Descripción
Rapunzel vive encerrada en su torre y su madrastra utiliza su trenza para subir cada día a verla y llevarle libros con los que pretende que la joven conozca el mundo. La larguísima cabellera de Rapunzel se debía al miedo que tenía su madrastra de que descubrieran que tenía encerrada a la joven. Así pues, parte de ese miedo, más su propio miedo a lo completamente desconocido hicieron de Rapunzel una persona con muy poca determinación.
Pasado el tiempo, empezó a hacerse preguntas y a pensar que quizá sí le gustaría ver el mundo; pero no tenía ni idea de cómo. Un buen día vio a una persona abajo de la torre. Un chico de su edad. Al principio se asustó y se escondió pero después se dio cuenta de que no podía desaprovechar la oportunidad. El chico le contó que él era una príncipe pero que no tenía madera de serlo ya que no le gustaban las guerras, ni las espadas, ni pelear contra dragones. A él le gustaba cuidar de los niños, cocinar o tejer. Rapunzel también le explicó su historia y el príncipe acabó accediendo a subir a la torre a explicarle cosas del mundo. Se convirtió en un hábito que se repetía todas las semanas.
Un buen día Rapunzel le confesó al príncipe que quería ver el mundo con sus propios ojos. El príncipe le contestó que sólo tenía que salir de la torre, pero la joven, que seguía teniendo miedo, le pidió que por favor la ayudara. La respuesta del príncipe dejó estupefacta a Rapunzel, que también había leído muchos cuentos de princesas: «yo sólo puedo apoyarte en tu decisión y acompañarte en tu proceso de llevarla a cabo pero no puedo tomar la decisión por ti, hay cosas que debes hacer por ti misma».
Dicen los autores:
Érase dos veces es una oportunidad para los cuentos de siempre. Sin sexismo, sin violencia ni desigualdad. Mágicos, divertidos y coeducativos .Cuando empezamos a leer los cuentos clásicos a nuestra hija Violeta, nos dimos cuenta de que le estábamos transmitiendo que las princesas esperan y los príncipes deciden, que los lobos devoran a las abuelitas, que las brujas no son sabias… Así que decidimos reescribirlos. Ahora estamos deseando leėrselos a nuestro hijo Nicolás, porque los chicos también son pieza fundamental en este cambio necesario.
Este curioso nombre que ya obliga a replantearse la afianzada entradilla con la que comienzan casi todos los cuentos clásicos, y es la muestra de cómo se replantean estos cuentos desde este original proyecto que os presentamos hoy, firmado por la empresa Cuatro Tuercas, al frente de la cual se encuentran Pablo y Belén, papás de un niño y una niña a los que empezaban a chirriarles cada vez más los contenidos y las frases de los cuentos de siempre.
Érase dos veces es una nueva propuesta para reinventar los cuentos clásicos llenos de actitudes, enseñanzas y moralejas anticuadas, denostadas y en muchos casos rayando el machismo y las actitudes poco equitativas entre hombres y mujeres. Y sí, son sólo cuentos, pero ¿acaso no es mucho más lo que llevan implícito? Actitudes, enseñanzas, juegos simbólicos con los que los niños aprenden a jugar y a imitar. Con unas fabulosas ilustraciones de Nacho de Marcos, desde Cuatro Tuercas, han reescrito doce cuentos clásicos, Blancanieves, Caperucita, La Cenicienta, La Sirenita, Hansel y Gretel, La Bella Durmiente, Los Tres cerditos, Pinocho, La Bella y la Bestia, El Patito feo, Rapunzel y La Ratita Presumida. Han mantenido la magia, la fantasía, pero prescindido de la violencia, el sexismo, la desigualdad y el culto a la belleza. Y en palabras de Pablo, ¿nos han quedado muy chulos, preciosos y co-educativos?