Una actividad que podemos hacer con los niños que les encantará.
La plastilina es un material con el que todos los niños deberían experimentar y aporta grandes beneficios a todo el proceso de aprendizaje. Además, les permite desarrollar la motricidad, la percepción del espacio y la tridimensionalidad… y por supuesto la creatividad.
Modelar plastilina requiere concentración y relajación, es ameno y divertido, con lo que aprender se vuelve una parte más del jugar. Su manejo desarrolla la habilidad manual, base de la precisión para tareas manuales futuras. Ayuda a los niños a mejorar su creatividad, a socializarse y ayudarse mutuamente, dando como resultado la colaboración y el desarrollo del sentido de comunidad y colectividad.
Preparar plastilina casera
Ingredientes: 1 taza de agua, 2 cucharadas de zumo de limón, 1/2 taza de almidón de maíz (Maicena), 1 taza de agua hirviendo, 1/2 taza de sal fina, 2 tazas de harina, 2 cucharadas de aceite, colorantes alimenticios en polvo o gel.
Es bastante sencillo. Mezclar todos los ingredientes secos, y luego agregar los húmedos (el agua debe estar hirviendo), acto seguido amasar de forma enérgica, esperad unos minutos si estuviera muy caliente, hasta obtener una masa homogénea. Si os parece algo pegajosa, dejadla enfriar un poco y veréis que toma mayor consistencia. Dividir la masa en diferentes trozos y es, entonces, cuando añadiremos los colorantes alimenticios, amasando nuevamente hasta que quede el color bien distribuido. El resultado es una pasta más blanda que la plastilina comercial pero a la vez más compacta, lo cual hace más difícil a los niños pequeños que partan trozos y se los metan en la boca. Conservada en un recipiente hermético se mantiene por más de 1 mes, sin necesidad de ponerlo en la nevera.
Los niños podrán usar las plastilinas de mil y una maneras, en forma de actividades y/o de manualidades. Un precioso ejemplo puede ser ir colocando los trocitos de diferentes colores sobre plantillas dibujadas, formando unos cuadros que los niños no olvidarán.
